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La gestión del agua, elemento clave para afrontar el cambio climático


26/03/2020

Cambio climático
La gestión del agua, elemento clave para afrontar el cambio climático

 

  • El consumo de agua en el mundo se ha sextuplicado en los últimos cien años y, hoy en día, sigue creciendo a un ritmo anual del 1%
 
El cambio climático va a influir negativamente en la cantidad y calidad del agua disponible a nivel mundial para satisfacer toda una serie de necesidades humanas básicas, lo cual irá en menoscabo del derecho fundamental de miles de millones de personas a tener acceso al agua potable y el saneamiento.
 
Esta es la advertencia formulada por los autores del último Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, en el que se hace un llamamiento a todos los Estados para que se comprometan más a fondo en la tarea de afrontar este problema. 
 
El deterioro de los recursos hídricos mundiales pone en peligro la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 6 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, cuya meta es conseguir el acceso al agua limpia y el saneamiento para todos en los diez próximos años.
 
Se trata de un reto muy considerable, habida cuenta de que en el mundo hay actualmente 2.200 millones de personas privadas de acceso al agua potable y otros 4.200 millones que carecen de sistemas de saneamiento seguros. 
 
El consumo de agua en el mundo se ha sextuplicado en los últimos cien años y, hoy en día, sigue creciendo a un ritmo anual del 1%.
 
Los cambios climáticos y el consiguiente aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y temporales, van a agravar la situación de los países que ya padecen “estrés hídrico” y también la de las regiones del mundo que hasta ahora están bien abastecidas de agua.
 
En el Informe se señala también que una deficiente gestión de los recursos hídricos podrá exacerbar las repercusiones del cambio climático en el conjunto de la sociedad. 
 
Según la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, “cometeríamos un error si contemplamos las cuestiones relacionadas con los recursos hídricos desde un prisma exclusivamente enfocado en su insuficiencia o en los problemas que ocasionan, sin tener en cuenta que una mejor gestión de esos recursos puede coadyuvar a todos los esfuerzos encaminados a mitigar los efectos del cambio climático”.
 
Por su parte, el Presidente de ONU-Agua y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Gilbert Houngbo, señala que “debemos actuar de inmediato si en verdad estamos decididos a alcanzar las metas de los ODS de la Agenda 2030 y a lograr que el aumento de la temperatura global no sobrepase 2°C. Existen soluciones para coordinar mejor las acciones relativas a la gestión del agua y el cambio climático, en las que todos los sectores de la sociedad tienen una función que desempeñar. No podemos permitirnos el lujo de esperar más”.
 

Repercusiones en la salud y amenazas para la biodiversidad

 
El aumento de la temperatura del agua y la disminución del oxígeno disuelto en ella van a mermar la capacidad autodepuradora de las cuencas de agua dulce y así se verá afectada la calidad de los recursos hídricos de éstas.
 
Van a aumentar, por lo tanto, los riesgos de contaminación del agua y de proliferación de gérmenes patógenos causados por las inundaciones, o por las mayores concentraciones de contaminantes que se registran en las épocas de sequía. Probablemente, las repercusiones negativas de todo esto serán muy considerables no sólo en la producción de alimentos, sino también en la salud física y mental de las personas debido a las enfermedades, daños corporales, pérdidas materiales y desplazamientos forzosos de poblaciones que se producirán.
 
Asimismo, van a hallarse en situación de riesgo numerosos ecosistemas –especialmente los bosques y los humedales– con el consiguiente empobrecimiento de la biodiversidad. El abastecimiento en agua también se verá afectado y redundará en perjuicio no sólo de la agricultura –que representa el 69% de las extracciones de agua dulce– sino también de la industria y la producción de energía eléctrica, e incluso de la pesca.
 

Mayores riesgos en archipiélagos, montañas y regiones de los trópicos y del Círculo Polar Ártico

 
Gran parte de los efectos del cambio climático se producirán en las regiones tropicales donde se hallan la mayoría de los países en desarrollo, y en los pequeños Estados insulares de esas regiones sus consecuencias podrían ser catastróficas ya que algunos llegarían posiblemente a ser borrados del mapa.
 
Las regiones montañosas altas y las situadas en latitudes septentrionales extremas también son especialmente vulnerables al cambio climático en estos momentos en que las nieves perpetuas, los glaciares y el casquete polar se están derritiendo en casi todas las partes del mundo.
 
No obstante, los autores del Informe admiten que los pronósticos son un tanto inciertos en lo que se refiere a determinadas zonas locales, así como a la evolución de la variabilidad de las precipitaciones lluviosas estacionales.
 

Soluciones propuestas: adaptación y atenuación

 
Frente a estos riesgos, en el Informe se preconiza la aplicación de las dos estrategias complementarias siguientes: 
 
  • La adaptación, consistente en la adopción de un conjunto de medidas de protección de la naturaleza, así como de disposiciones técnicas, tecnológicas, sociales e institucionales susceptibles de atenuar los daños del cambio climático y aprovechar las repercusiones positivas que éste pudiera entrañar. Esta estrategia puede tener resultados positivos muy rápidos, sobre todo en el plano local. 
     
  • La atenuación, que abarca la realización de las actividades humanas necesarias para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), aprovechando al mismo tiempo las posibilidades ofrecidas por los sumideros naturales de carbono, con vistas a disminuir la cantidad de CO2 y de los diversos GEI presentes en la atmósfera. Esta estrategia tendrá que aplicarse en zonas geográficas muy vastas, pero sus efectos positivos podrán prolongarse durante decenios. No obstante, cabe señalar que las posibilidades ofrecidas por la gestión del agua para atenuar el cambio climático se siguen ignorando en gran medida.
 

Mejorar la gestión de las aguas residuales

 
El tratamiento de las aguas residuales contribuye a acentuar el cambio climático porque genera entre un 3% y un 7% de las emisiones de GEI. Estas emisiones proceden de la energía y los procedimientos bioquímicos utilizados precisamente para ese tratamiento.
 
Por otra parte, las aguas residuales no tratadas también generan cantidades muy considerables de metano, un GEI muy potente como es sabido. En el Informe se subraya que las aguas de esta clase contienen de por sí más energía de la que es necesaria para su tratamiento, de ahí que sea preciso aprovecharla. Sin embargo, se estima que entre un 80% y un 90% de las aguas residuales del mundo se vierten en la naturaleza sin que se las someta a ningún tipo de limpieza. 
 
Una gestión óptima de los recursos hídricos implica, por lo tanto, invertir en el uso de técnicas modernas de tratamiento de las aguas residuales que pueden extraer el metano de la materia orgánica a fin de obtener biogás utilizable para producir energía eléctrica.
 
El uso de esas técnicas se practica ya en países como Jordania, México, Perú y Tailandia que sufren escaseces de agua. Los servicios públicos que utilizan este método de tratamiento han reducido en miles de toneladas las emisiones de CO2 en la atmósfera, realizando economías y mejorando la calidad de sus prestaciones.
 
En el Informe se mencionan también otros métodos de gestión de los recursos hídricos, desde la innovadora captación de nieblas hasta la clásica protección de los humedales, pasando por el uso de las técnicas de “agricultura de conservación” de probada eficacia.
 
Con estas últimas técnicas se preserva la estructura, la materia orgánica y el grado de humedad de los suelos, aunque se registren menos precipitaciones lluviosas. Asimismo, la reutilización de aguas residuales parcialmente tratadas para el regadío o la industria es un método interesante porque no requiere potabilizarlas.
 

Considerar prioritaria la gestión de los recursos hídricos

 
Los autores del Informe lamentan que no se plasme en hechos la necesidad de mejorar la gestión del ciclo del agua como instrumento de lucha contra el cambio climático.
 
A este respecto, Audrey Azoulay subraya que “en los acuerdos internacionales sobre el cambio climático son raras las veces que se menciona la palabra ‘agua’”. Las Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC) por los Estados en el marco del Acuerdo de París de 2015 siguen revistiendo un carácter general y no presentan planes específicos para los recursos hídricos.
 
Aunque una mayoría de países afirma tener una serie de acciones previstas para esos recursos, son pocos los que han estimado el costo de su realización y muchos menos aún los que han presentado proyectos concretos. En lo que respecta a las posibles sinergias entre las estrategias de adaptación y atenuación, cabe señalar que a menudo se pasan por alto.
 

Movilizar más recursos financieros

 
Los autores del Informe también destacan que los Estados deben prestar más atención a colmar el déficit de financiación de que adolecen la gestión de los recursos hídricos y los servicios de abastecimiento en agua limpia y saneamiento seguro.
 
Estiman que hay cada vez más posibilidades de integrar sistemáticamente planes de adaptación y atenuación en los proyectos de inversión relacionados con el agua y el saneamiento, que de esta manera pueden tener un mayor atractivo para los donantes de fondos. 
 
Un buen ejemplo en este ámbito es el proyecto de Sri Lanka denominado Fondo Verde para el Clima que tiene por objeto mejorar los sistemas de regadío de las comunidades rurales, fomentando en tres cuencas fluviales la aplicación de prácticas agrícolas ingeniosas que redundan en beneficio de la atenuación del cambio climático y de la adaptación al mismo, a la vez que permiten no malgastar el caudal de agua y salvaguardar los manantiales de aguas potables.
 
Diferentes iniciativas vinculadas a la gestión del agua en relación con el cambio climático pueden reportar asimismo toda una serie de beneficios conexos susceptibles de atraer la ayuda de los donantes de fondos: creación de empleos, mejora de la salud pública, mitigación de la pobreza, promoción de la igualdad de género e incremento de los medios de subsistencia.
 
Por último, los autores del Informe estiman que es triplemente beneficiosa la propuesta de integrar sistemáticamente planes de adaptación y atenuación en los proyectos de inversión relacionados con el agua y el saneamiento.
 
En efecto, propicia la gestión sostenible de los recursos hídricos y la realización del derecho humano fundamental a tener acceso al agua potable y el saneamiento; aborda directamente las causas y consecuencias del cambio climático, así como la cuestión de la respuesta que se debe dar a los fenómenos meteorológicos extremos; y contribuye a la consecución de varios Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. 
 
Editado anualmente por la UNESCO en nombre de ONU-Agua, el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo es una publicación monográfica emblemática sobre cuestiones relacionadas con el agua y el saneamiento en el mundo. Su elaboración es coordinada por el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP) de la UNESCO y su presentación al público tiene lugar el 22 de marzo de cada año con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, cuya temática coincide con la del Informe. 
 
Esta importante publicación proporciona a los decisores conocimientos e instrumentos útiles para formular y aplicar políticas sostenibles relativas a los recursos hídricos.

 

 


Fuente es.unesco.org


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