Carreteras impracticables, comunicaciones interrumpidas y multitud de casas, escuelas y centros de salud destrozados son el balance más visible del terremoto que el pasado 14 de agosto tuvo lugar al suroeste de Haití. Un seísmo de 7,2 grados que ha dejado, por el momento, más de 2.200 fallecidos, 12.000 heridos y medio millón de personas dependientes de la ayuda humanitaria, aunque no se descarta que las cifras sigan aumentando, ya que todavía hay centenares de personas desaparecidas. 

 

La zona se encuentra a unos 180 kilómetros al sur de la capital del país, Puerto Príncipe, una distancia que habitualmente se cubre en unas cuatro horas pero que ahora se ha complicado debido al terremoto y al impacto de la tormenta tropical Grace, que pasó por el país esa misma semana. En la actualidad, mientras continúan las labores de búsqueda y comienzan las de reconstrucción, multitud de personas sobreviven en carpas improvisadas, dependientes de la cooperación internacional, que estos días se centra en la distribución de alimentos y la provisión de servicios básicos a la población. Entre ellos, el de garantizar acceso al agua potable y al saneamiento, para evitar una posible propagación de enfermedades, como el cólera, que podría provocar un grave empeoramiento de la situación de la población.

 

Para hacerlo posible, el 20 de agosto, tan sólo seis días después del terremoto, el personal de la Oficina Técnica de Cooperación de España en el terreno y tres expertos en ayuda humanitaria del Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta a Emergencias (START) de la AECID llegados desde España se desplazaron a la zona para dar apoyo a la Dirección Nacional de Agua y Saneamiento del país (DINEPA, según sus siglas en francés) en el uso de plantas potabilizadoras, almacenamiento y transporte de agua.

 

 

 

 

 

 

Los cooperantes españoles comenzaron su trabajo con la instalación de un sistema simplificado de agua (SSA) en una zona rural de la comuna de Cavaillon, la cual aglutina a unas 48.000 personas dispersas en diferentes comunidades.

 

Se trata de un sistema de depuración simplificado, basado en depósitos flexibles y filtros sencillos de operar. Cada instalación de este tipo puede llegar a potabilizar 4.000 litros de agua a la hora, lo que permitiría abastecer al menos a unas 2.650 personas al día con 15 litros de agua (la cantidad establecida internacionalmente como la mínima necesaria en contextos de emergencia).

 

Una vez potabilizada, las personas pueden acceder directamente al agua a través de un sistema de múltiples grifos; asimismo, se espera que sea distribuida a las poblaciones cercanas a través de camiones que cargan desde este punto el agua limpia. Todo ello lleva además incorporado un sistema de farolas fotovoltaicas que permiten ofrecer iluminación de seguridad para el sistema, y que son especialmente útiles para las mujeres que han de ir a recoger agua una vez ha anochecido. 

 

El trabajo se realiza siempre de la mano de las autoridades locales, en este caso la DINEPA, apoyando la labor  de los técnicos de la zona. Así lo cuenta Josep Wesline, miembro de la DINEPA, que actualmente se encuentra en la zona tomando muestras de agua para analizar y medir los parámetros químicos y bacteriológicos de la misma, tal y como explica en este vídeo:

 

 

 

 

 

Posteriormente, se instaló un segundo sistema simplificado de agua en Les Cayes (la tercera ciudad del país, que cuenta con cerca de 100.000 habitantes), y además se han desplazado a la zona tres potabilizadoras (sistemas integrales de tratamiento, comúnmente conocidas como "SETAS"), una de las cuales ha llegado directamente en el cargamento de ayuda humanitaria enviado desde España, mientras que las otras dos se encontraban ya en Haití, desde que fueran donadas por nuestro país como respuesta a los destrozos causados por el huracán Mathew en 2016. Entre los 5 sistemas de potabilización de agua cuya instalación se finalizará en los próximos días, se abastecerá a un total de 12.000 personas aproximadamente. Por otro lado, se está trabajando en la traducción al creole, la lengua local, los manuales de gestión de los sistemas de tratamiento de aguas, para asegurar la autonomía de los técnicos de la DINEPA.

 

 

 

 

 

El trabajo entre la cooperación española y la DINEPA ha sido fluido desde el primer momento, gracias al conocimiento mutuo entre ambas instituciones, fruto de la prolongada colaboración que mantienen a través de los programas de Cooperación que el Fondo de Cooperación para el Agua lleva a cabo en el país.