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El inicio del nuevo año hidrológico se presenta con gran preocupación ante el agravamiento de la sequía


28/09/2023

Sequía
El inicio del nuevo año hidrológico se presenta con gran preocupación ante el agravamiento de la sequía

 

  • La situación de las reservas de aguas en los embalses es tal, que un año normal sólo contribuiría a aliviar un tanto la tensión de sequía que sufrimos
 
El año hidrológico tiene un calendario distinto al año natural porque se basa en el comportamiento normal de la meteorología, por eso, el inicio no es igual en las distintas regiones climáticas.
 
En el clima mediterráneo comienza el 1 de octubre porque las precipitaciones más abundantes se dan en el otoño, que contrasta con los meses secos del verano, una particularidad temporal que tiene como fin el planificar eficientemente la gestión del ciclo integral del agua.
 
De modo que nos encontramos al inicio del nuevo año hidrológico, en el momento en el que deberán producirse las lluvias otoñales que permitirían la recargar de las reservas de agua que escasamente disponemos. Afortunadamente, y esperemos que así sea, la AEMET ha pronosticado que este otoño tiene probabilidades de entre un 50 y un 60%, de ser normal o más húmedo. Esto como señala, el gerente de AEOPAS, Luis Babiano “permitiría mitigar los graves problemas que inflige la sequía, pero debemos remarcar que tiene que llover durante muchos meses para conseguir alivio real. Aunque no conviene sacralizar estos datos, son proyecciones con mucha incertidumbre, yo creo que sería anómalo y muy preocupante tener, en algunas zonas, un sexto año de sequía”.
 

Reservas de aguas en nuestros embalses

 
La situación de las reservas de aguas en los embalses es tal, que un año normal sólo contribuiría a aliviar un tanto la tensión de sequía que sufrimos. Casi el 15% del territorio nacional está en emergencia por sequía, con restricciones o con alta probabilidad de sufrirlas, y otro 27% está en situación de alerta, donde pasarán a emergencia si el otoño finalmente no es, al menos, normal.
 
Si se analiza por cuencas, las peor paradas son las cuencas internas de Cataluña, que cuentan con 22’6% de su capacidad, la del Guadalquivir, con el 18’7% de su capacidad, o la del Guadalete-Barbate, próximas a alcanzar el 16% de su capacidad. Las lluvias de las últimas DANA tan sólo han aliviado un tanto las reservas en el levante, pero en ningún caso han solucionado el problema, aunque sea de forma localizada.
 
En Andalucía, son ya 140 municipios (ver Mapa) afectados aunque con diferente impacto y 3.633.069 personas afectadas (21% con cortes) y en Cataluña son 36 el número de municipios en estado de emergencia y el número de habitantes afectados por las restricciones ascienda hasta las 149.000 personas.
 
 
 
Tenemos que ser acertados en el diagnóstico y transmitir a la ciudadanía una foto clara de la situación. La actual sequía, está teniendo muchísimos menos impactos visibles que otros episodios similares como la que vivimos entre 1991 y 1995, donde se acometieron cortes de suministro urbano al año y medio de su comienzo, mientras que, en la actual, no ha habido que actuar de forma generalizada de esta manara porque se han aplicado los planes de sequía que permiten reservar los recursos para usos prioritarios como el abastecimiento de la población y la mayor parte de actividades económicas.
 
No obstante, hay que avanzar, porque en nuestro país tiene los medios técnicos y económicos para evitar muchos de los impactos que está provocando la actual sequía y debemos poner las bases de una transición hídrica que garantice nuestro futuro.
 
La sequía persistirá, aunque tengamos un otoño hidrológico normal. Necesitamos que sea de muchas lluvias para disipar los graves problemas de la sequía. No debemos engañarnos cuando se produzcan y pensar que se está solucionando el problema, porque no será así si no se refleja un aumento de las reservas hídricas. Por eso, desde la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS), emitimos una serie de spots y anuncios que ponen el foco de atención en que la sequia persiste y persistirá a pesar de las lluvias, porque, como se ha dicho, es mucho el déficit de recursos hídricos con los que contamos.
 
El Cambio Climático está llevando a que esta situación se convierta en normalidad, de modo que más vale estar preparados. No podemos continuar con el mismo modelo de consumo y sistemas de gestión que hasta ahora. Con independencia de las campañas de sensibilización, AEOPAS lleva tiempo reclamando medidas como:
 
  1. Poner en marcha todos los planes de sequía que en algunos municipios no existen.
     
  2. Poner en marcha un plan de choque contra las pérdidas de agua que cuente con financiación de todas las administraciones.
     
  3. Impulsar la reutilización para usos urbanos como el baldeo o el riego a jardines.
     
  4. Proteger nuestras fuentes de suministro, evitar su contaminación, y potenciar y/o crear sistemas públicos supramunicipales eficaces e interconectados capaces de dar garantías a todos los municipios.
 
Las ciudades tenemos mucho que hacer. Sevilla consume 78 hm3/año menos que hace 30 años, 45% menos con 15% de población más, gracias a las inversiones municipales en la renovación de tuberías para evitar fugas y a un esfuerzo colectivo del conjunto de la ciudadanía.
 
En Cádiz en los primeros seis meses desde el lanzamiento de la campaña “Reto 100” el consumo medio por habitante y día se redujo en 6L, una cifra que actualmente se encuentra en 119 Litros por habitante al día. Ciudades como Xabia, Terrassa, Cádiz o el área metropolitana de Sevilla han puesto en marcha observatorios de participación ciudadana que se han convertido en instrumentos básicos para una nueva gestión del agua.
 
La sequía es un fenómeno impredecible pero ya convertido en estructural como compañero de viaje. Un fenómeno que hace imprescindible más planificación ante la incertidumbre, y más flexibilidad. Requiere blindar los sistemas de los abastecimientos, ante la contaminación y las fugas, modificar los sistemas de monitoreo que tenemos, y tener en cuenta no solo el impacto de las sequias en la actividad agraria sino también en la economía de las zonas urbanas, en el bienestar de las personas y el medio natural. Por ello, de acuerdo con nuestra legislación, el consumo humano es el último uso que se restringiría, pero vemos que esto no es tan sencillo y no es siempre el caso.
 
Las áreas urbanas de más de 20.000 habitantes están obligadas por ley a tener planes de emergencia, con acciones que van desde campañas de concienciación por un consumo responsable, al racionamiento. Hay planes con participación pública -cosa que aún no obliga la ley- en Cádiz, Sevilla, en los sistemas de Emproacsa (Córdoba, Huesna (Sevilla), Lucena (Córdoba), Puerto Real (Cádiz), Xabia (Alicante), Varios sistemas dependientes de Promedio (Badajoz) o Chiclana de la Frontera(Cádiz). Es hora de implicar a la ciudadanía y expandir estos ejemplos.
 

Fuente www.aeopas.org


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