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Reutilización rima con seducción. Por la DECONSTRUCCIÓN del discurso de la gestión del agua

13/11/2016

Reutilización rima con seducción. Por la DECONSTRUCCIÓN del discurso de la gestión del agua


Lorenzo Correa Lloreda

Lorenzo Correa Lloreda

  • Autor del proyecto FUTURODELAGUA.COM
  • Executive & Life Coach por la Escuela Europea de Coaching (2011)
  • Master en Coaching con PNL por la AEPNL (2010)
  • Practitioner en Programación Neuro Lingüística (PNL), por la Asociación Española de PNL (2008)
  • Post grado en dirección y gestión ambiental, por la Fundación Abat Oliba (1998)
  • Ingeniero Civil, por la Universidad Politécnica de Madrid (1980)

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La gestión del agua convencional necesita argumentos para convencer. La planificación hidrológica es el argumento principal, pues se supone que aporta las mejores soluciones a partir de las últimas técnicas disponibles para “avanzar”. Hoy, como ayer, en España solo se habla de planificación, aunque se hayan cambiado algunos adjetivos para que nada cambie. Los planes, en lugar de “hidrológicos”, ya se denominan en algunas cuencas “de gestión” como si con eso y la mención a unas cuentas directivas comunitarias, se arreglaran los problemas existentes. Esa “avanzada planificación hídrica” también se pone en entredicho. El progreso tiene dos acepciones, aunque a menudo se suponga que solo tiene una, la segunda que es: Avance, adelanto, perfeccionamiento. Pero la primera no puede ser olvidada: Acción de ir hacia adelante.
 
Ahora se confunden una y la otra, porque casi todo el mundo cree que por el hecho de ir hacia a delante, ya estamos perfeccionando lo que se mueve. Craso error, porque a veces progresar es ir hacia adelante por un camino que no tiene salida, o lo que es peor, acaba en el abismo.
 
En California, en China, en Asia Central, ¿en España? y en tantos otros lugares del mundo, algunos se están empezando a dar cuenta que progresar a veces es avanzar…hacia el abismo.
 
Otros, como yo, apostamos  por incitar a que salgan de su zona de confort  a los que tienen que planificar, a los que lideran la gestión del agua, sugiriéndoles que  deconstruyan para avanzar…y perfeccionar, claro. Todos sabemos que hay que dedicar más recursos a la financiación de la innovación, la investigación, y la diversificación de los recursos hídricos, reutilizando agua, poniendo en valor las aguas grises, captando agua de lluvia, mejorando la eficiencia y el ahorro. No es nada nuevo mencionarlo, ni es suficiente “vender” o mostrar el estado del arte para que se consiga el desiderátum de aplicarlo y solucionar los problemas. Todo esto ya estaba inventado, pero para perfeccionar mientras se avanza, hay que hacerlo de una manera seductora, generadora de confianza en quien lo va a pagar…porque va a ser caro. Y eso no se hace.
 
Como casi siempre que pretendemos dar un ejemplo en el avance de la gestión del agua en España, miramos a California... hoy también lo haremos. La planta de regeneración de agua de la ciudad de San Diego, ya reutiliza agua regenerada destinada al riego y ha sido elegida como instalación piloto para conseguir potabilizar 0,3 hm³/día de agua residual en el año 2035, alrededor de un tercio de la demanda de abastecimiento de agua potable de la ciudad.
 
Quedarse solo con la admiración y la “sana” envidia de los californianos, no nos basta. Cierto es que ellos han aprendido de grado o por fuerza a base de soportar crisis tras crisis de sequía. Y que ahora tienen la oportunidad de convertirse en una referencia para toda la Unión en lo que se refiere a una gestión del agua avanzada y perfeccionada a base de crisis.
 
Pero el aprendizaje no acaba aquí. También hay que darse cuenta de la necesidad de deconstruir su modelo (no de destruirlo), porque ya se han dado cuenta de que golpe a golpe, sequía a sequía, el “avanzadísimo” modelo de gestión del siglo XX, paradigma de la ingeniería de vanguardia, está a punto de zozobrar, llevándose con él el sofisticado sistema de embalses, trasvases, acueductos y canales, que si bien consiguió que se alcanzase un elevado nivel de vida y confort y un gran bienestar económico en el siglo pasado, ya está llegando al final de su vida útil. Porque la ingeniería de  vanguardia de hace cien años lo hizo muy bien, mientras que hubo recursos naturales que soportaban el golpe a cambio de agotarse. Pero se agotaron y ya no pueden aportar ni soportar más. Eso pasa en California y en España, así que a aplicarse el cuento.
 
En EE.UU. la sequía ha estimulado a los gobiernos estatales y federales a utilizar diversos vehículos financieros para aliviar los impactos. Durante el año pasado, California ha destinado miles de millones de dólares para la lucha contra los efectos perniciosos de sequía y para construir nuevas infraestructuras, mientras que la promulgación de nuevas medidas de protección de las aguas subterráneas y las medidas para aumentar la eficiencia del agua y el reciclaje se ponían en marcha. El gobierno saliente de Obama también se comprometió a destinar millones de dólares para mejorar el suministro de agua de California y su calidad mediante la restauración de las cuencas hidrográficas.
 

¿Más parches?

 
Observemos lo ocurrido en un sector tan ligado a la gestión del agua como es el de la generación de energía: Como consecuencia directa de la crisis energética de principios de 1990 en California se llevó a cabo una reforma sustancial del sector energético mediante la implementación de inversiones estratégicas en I+D +i y el cambio en la fijación de precios y políticas de regulación.
 
La creación desde el Senado en el año 2002 del “California Renewables Portfolio Standard”, que compendia a todo el que se mueve en el ámbito de la energía renovable y obliga a comprar una parte de esta energía, fue aplaudida por todos. Posteriormente experimentó dos grandes impulsos desde la administración estatal en 2006 y 2011. Hoy es uno de los más ambiciosos generadores de energía renovable del Estado, que inicialmente obligó a que el 20% de la energía eléctrica consumida fuera servida desde la energía renovable para el año 2010, ampliando el porcentaje al 33% para el año 2020.
 
Así se transformó el sector eléctrico incorporando nuevas fuentes de energía solar y eólica, lo que provocó que en la actualidad 23 estados más Washington DC hayan establecido ya su  RPS. Eso es un cambio de paradigma, con su evidente riesgo de haber acertado en la medida, eso con el tiempo se verá, pero que da una alternativa al paradigma existente.
 
Algo similar debe hacerse con el sector agua, ya que en EE.UU 40 de los 50 estados esperan un cierto nivel de escasez de agua en la próxima década. La sequía, las inundaciones, la repercusión del calentamiento global en el ciclo del agua, la degradación de la calidad del agua y el envejecimiento de las infraestructuras existentes plantean retos importantes también para la gestión futura en los EEEUU. Y aquí.
 
Ahora, de nuevo California tiene la oportunidad de liderar un cambio de paradigma a nivel de toda la Unión. Esta vez puede ser una revolución en la gestión del agua que fortalezca la vulnerabilidad  a la que el sector se enfrenta. Toca ahora apostar fuerte por las soluciones innovadoras, invirtiendo pero también, explicando al cliente para qué se invierte de manera seductora hasta conseguir su confianza… y legislando.
 
Para hacer eso, California necesita poner con decisión y sin miedo un mayor énfasis en la tantas veces aludida amplia gama de soluciones innovadoras ya conocidas de reutilización, redes de aguas grises, tanques de tormenta y  depósitos de captación de agua de lluvia, eficiencia, ahorro, respeto por el medio hídrico y  sistemas de riego inteligente. Combinando estas inversiones con otras no menos importantes en  investigación, desarrollo y difusión de soluciones nuevas e innovadoras que promuevan un enfoque más holístico e integrado de la gestión regional de los recursos hídricos.
 
La política de subvenciones para actuaciones de emergencia no deja de ser un parche que soluciona rápida  y puntualmente lo más grave, pero que no va al fondo del problema creando una falsa confianza en que el problema ya se ha resuelto. Destinar dinero a implementar soluciones tecnológicas más baratas y disponer de capital de inversión procedente de financiación privada y pública, es otra cosa. Y así se probará si es posible dar el gran salto adelante hacia una gestión del agua más flexible y fiable, dotada de una fuente de financiación estable y sostenible y muy implicada con la innovación.
 
Paralelamente, hay que explicarlo bien para que haya una comprensión a nivel nacional de que la era del agua infravalorada se acabó. El sector del agua tiene que modificar los valores y las creencias limitantes ancladas en el corazón de los usuarios y de las administraciones y eso solo se hace metiéndole coaching, apelando a las emociones para que el cliente seducido pague con convicción su parte, sabiendo que es la mejor solución al confiar en quien cobra y actúa.
 
Porque el precio medio del agua en los Estados Unidos es uno de los más bajos en comparación con otros países desarrollados, mientras que su consumo de agua per cápita es de los más altos. Los precios bajos abren una brecha cada vez más ancha  entre los ingresos recaudados de los clientes y los costes totales para operar los sistemas de agua, dejando pocas opciones para planificar y poner en práctica soluciones innovadoras. El sector del agua debe alejarse del modelo de precio por unidad, y desacoplar su flujo de ingresos de una manera que refleje el costo marginal del consumo y la escasez.
 
Además, el establecimiento de un fondo de innovación de agua local o regional podría permitir a los servicios públicos conseguir un dinero a destinar a la inversión estratégica en I+D+ i y a crear nuevos mercados. Esto reduciría el riesgo y el coste de la implementación de soluciones innovadoras y se podría aprovechar para atraer fondos públicos y privados adicionales. Para facilitar este efecto multiplicador, algunos de estos esfuerzos tienen que estar respaldados por políticas que allanen el camino del sector del agua hacia la innovación.
 
En California se acabó la sequía y volvió a llover después de 4 años, pero una vez más la lluvia no ha bastado para eliminar los efectos de la sequía. Ahora es la hora de los políticos que deben aprovechar la oportunidad de esta última crisis para cambiar radicalmente el paradigma de la gestión del agua en el siglo XXI. Y aquí, aunque parece que la sequía empieza de nuevo ahora, pues lo mismo.
 
 
Lorenzo Correa Lloreda
 
 

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